jueves, diciembre 09, 2010




4 Marzo 2010

En Dichato: La mar se recogió y enfurecida descargo su ira en dos malditas olas que se tragaron todo lo que encontraron.

Terremoto deja en evidencia la falta de comunicación entre las autoridades.
¿Si el epicentro hubiera sido en Santiago, habría pasado lo mismo? ¡Santiago no es Chile! Señores.

Lo paradójico de la vida, estuve cerca de 5 años, desarrollando labores profesionales en la empresa Aguas Chañar, pero me gustaba cuando había temblores en Copiapó, que es tan propio de norte de Chile. Recuerdo el enjambre de temblores hace dos años en la ciudad, por eso decía paradójico porque desde allá despachaba a mis amigos de las radios locales de la ciudad de Concepción. Rememorando, aquel día estaba en mi oficina en el edificio Alcázar, no recuerdo la hora, y vino el primer remezón muy fuerte y luego otro, tome mi cámara sin miedo alguno, salí para captar el momento preciso si se desarrollaba un terremoto y poder plasmar la fotografía en las páginas de oro de nuestro matutino.
En fin podría decir lo incomprensible de esta vida. Hoy, me encuentro narrando la más horrorosa trama de una historia aterradora en el cuál soy protagonista y que me hace reflexionar: que pequeño somos frente a la inmensidad de la naturaleza que no hace distinciones de clases ni nada, simplemente la tierra se ensaño con nosotros.
Amigos lectores, esta catástrofe ha dejado en la más absoluta evidencia, la tremenda falta de comunicación, coordinación y la pronta toma de decisiones, si ustedes me preguntarán si el epicentro hubiera sido en Santiago habría sido todo más rápido, les respondo enfáticamente con un si. Como simple ciudadano penquista y después de haber conversado con mis vecinos, amigos, conocidos y en grupos de personas el sentir es ese. ¿Por qué se perdieron tantas vidas en Dichato? Simple, nadie les advirtió una alerta de tsunami, el propio intendente pedía que la gente retornaran a sus casas. ¿Por qué la gente de Penco no estuvo preparada? Simple no hubo comunicación. Los medios le dieron amplia difusión a este triangulo de impresiones entre el Comandante de la Armada, la Presidencia de la República y la Oremi.
Las 03.50 de la madrugada, a esa hora ya las principales cadenas de farmacias y otros locales de lo que fueran y que presentarán una pequeña grieta para ingresar, eran saqueados por grupos de turba que no sólo lo hacían para abastecerse de algún producto esencial sino que arrasaban con todo lo que encontraban a su paso. Mientras esto ocurría no tan sólo en Concepción sino que en Talcahuano, Chiguayante, San Pedro de la Paz, y otras ciudades.



Nuestros vecinos y amigos de la localidad de Dichato, un balneario ubicado a 41 kilómetros al norte de la ciudad de Concepción, con sus aguas tranquilas, donde se desarrollan un sinfín de deportes náuticos, aún no se imaginaban que luego de pasado este monstruoso movimiento de la tierra que registro en los instrumentos 8.8 grados, las tranquilas aguas de nuestro océano pacifico enfurecerían, fue tan simple como ladear un gran recipiente de agua, el mar se recogió, la visión era muy escasa porque el cielo aún se mantenía con su manto oscuro, la mar rugió fuertemente y las olas fueron en busca de su objetivo, llegó hasta la costanera una primera ola que rabiosa rompió todo a su paso, casas flotando, tablas, palos se confundían con los cuerpos. Por Dios, amigos lectores que tragedia, el hecho de recodarlo me produce un escalofrío que me recorre el cuerpo. Pero eso no era todo, nuevamente llega otra ola. Quién por un momento tuvo alguna esperanza la perdió por completo, porque esta maldita vino a tragarse y llevarse todo lo que su hermana había dejado alejado del mar.

Talcahuano

Si alguien me preguntará si se algo del infierno y como se puede llegar a él, le respondería que si, y que se como llegar, el infierno está en Talcahuano, la verdad no tengo y no se como describir lo que allí sucedió, una hora después de furioso ensañamiento de la tierra.
Mañana, en nuestra edición, barcos pesqueros en la calle principal de Talcahuano, contenedores se repartieron por las calles de la ciudad, peces muertos esparcidos sobre lodo, generando fuertes hedores en el principal puerto militar, industrial y pesquero de Chile.

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